En muchas ocasiones, los agentes inmobiliarios hemos tocado la puerta para preguntar si una casa está en venta. En respuesta, además de un rotundo "¡Nooo!!!", el/la enojadísimo/a propietario/a ha agregado: " ¡Primero muerto/a!!!" “¡De aquí me sacan en ataúd!!!!” Si quien nos atiende es uno de los hijos, nos comenta en voz baja: "Nosotros sí queremos vender, pero mi papá nos mata si le tocamos el tema".
Haciendo el seguimiento, no pocas veces nos encontramos con la triste novedad que dicho/a propietario/a enfermó. El predio , que en su momento pudo venderse a un precio razonable, tiene que ser mal barateado. ¡Y gracias, si logran una cantidad cercana a su auténtico valor! Mas, en no pocos casos, la persona ya no está en condiciones de firmar ante un notario, y la Familia habrá de hacer malabares para solventar los costes de la enfermedad, aunándose a los gastos normales que supone una vivienda. ¿Resultado? Lo que ayer era la delicia, hoy es la tortura económica y emocional de sus moradores. Lo que debió ser un patrimonio familiar rentable , ahora es una carga que solamente genera gastos pero que, paradójicamente, se deprecia cada día más.
Luego del lamentable fallecimiento, los problemas parecen concatenarse de manera diabólica. ¡La situación económica es difícil! Hubo mucho gasto en medicinas, enfermeras y demás. ¡Por fin sale la Sucesión Intestada y su correspondiente inscripción en Registros Públicos! Más ahora falta que las partes se pongan de acuerdo y ... no siempre se ponen de acuerdo. A unos les parece que en memoria de los difuntos padres, la propiedad no debería venderse. Otros piensan que venderla a una constructora sería la mejor opción, siempre y cuando el precio no baje el millón de dólares. No faltan herederos que viven fuera de la ciudad o residen en el extranjero y se niegan a cualquier operación si no están presentes. ¿La casa? Ya no es sólo una carga: Se ha convertido en la manzana de la discordia. Ninguno quiere dar su brazo a torcer . Y los años pasan. Y los pleitos siguen, especialmente cuando entra a tallar el interés de ciertos parientes políticos que han puesto la mira en una ganancia que no les corresponde. La familia feliz y unida ya no existe. Los hermanos son enemigos, considerados "caseritos" en las oficinas del Poder Judicial.
Retrocedamos treinta años atrás: Vemos al propietario con su esposa riendo alegremente , mientras sus pequeños corretean por la vivienda que acaban de adquirir. ¡Están contentísimos! ¡Por fin tienen lo que tanto habían deseado! ¿Podían imaginar estos esposos que la casa de sus sueños terminaría convertida en la cueva de las pesadillas?
Nadie compra un inmueble con el fin de destruir a futuro a su propia Familia. No conozco a ninguno que viendo jugar a sus niños, exclame: "¡Estos pelearán a muerte cuando sean mayores!" ¡Al contrario! A pesar de los problemas que puedan surgir en las parejas de hoy, normalmente se desea lo mejor para los hijos y que estos siempre permanezcan unidos. Pero , con el paso del tiempo, suele generarse de manera muy sutil un cambio en los conceptos: El Hogar pasa a un segundo plano en relación a La Casa en sí. Y si los propietarios la adquirieron con muchos sacrificios, la adherencia emocional será mayor, porque se trata de Su Casa. Viven para Su Casa. Por encima de todo está Su Casa. Y el fuego del Hogar lentamente comienza a invernar. Se va enfriando poco a poco la calidez entre los miembros de la Familia. Olvidaron estos señores que una casa , por muy costosa que haya sido, es un medio no un fin , y que como tal está al servicio de sus dueños y de todos los que forman parte del Hogar.
Y este Hogar tiene ahora nuevas necesidades que es de vital importancia atender, pues empiezan a manifestarse los primeros síntomas de la vejez, así como el natural deseo de independencia por parte de los hijos. Pero La Casa ha adquirido el status de tótem sagrado al que hay que sacrificarle todo: El ínfimo ingreso de una jubilación y el sueldo que empiezan a ganar los muchachos; el decoro que reclama siquiera una mano de pintura y la poda y riego del jardín exterior; y la salud misma de los propietarios, ya que un adulto mayor requiere alimentación y cuidados especiales. Entretanto, constructores y agentes inmobiliarios tocamos repetidamente la puerta para hacer una oferta que solucionaría gran parte de los problemas de dicho Hogar. Pero ya hemos visto cuál es la respuesta que a diario se nos da : “¡De ninguna manera voy a vender Mi Casa!!!”.
Quienes lean estas líneas, pensarán que estamos narrando el argumento de una telenovela. ¡Ojalá tuvieran razón! Pero los agentes inmobiliarios sabemos que, por desgracia, es más común de lo que se puede imaginar. Y quien quiera convencerse de las consecuencias de invertir las prioridades y poner El Hogar al servicio de La Casa, solo tiene que sentarse en una notaría , observar y escuchar: Hay que tener nervios de acero para soportar lo que a diario se ve ahí dentro.
Felizmente, la realidad arriba descrita no se da en el 100% de los casos. Hemos visto barrios enteros que parecían nidos de arañas, y ahora lucen modernos edificios. Los antiguos propietarios de estos predios poseen dos y hasta tres departamentos, lo que genera al Hogar la renta necesaria para afrontar las nuevas etapas de la vida. Incluso se hizo posible el adelanto de legítima y todo está dispuesto para el momento final y posteriores. Los ancianos padres gozan de una esmerada atención. Y viven con el decoro que merecen sus canas luego de largos años de arduo trabajo.
Por regla general, una casa – o un departamento- es el patrimonio más valioso con que cuenta una familia promedio. En este artículo nos hemos concentrado específicamente en “las casas”, dado que el boom inmobiliario ha traído para éstas nuevas perspectivas de vivienda e inversión. Hablando sólo de Lima, donde ayer había predios unifamiliares hoy tenemos edificios modernos, con los servicios y comodidades antes impensables para los sectores B, C y D. Por supuesto que no todo es color de rosa e incluso se advierte sobre un irresponsable crecimiento urbano que podría llevarnos a una burbuja; peor todavía cuando constructores inescrupulosos- con la extraña anuencia municipal- , construyen tremendos edificios en calles muy estrechas, con grave riesgo del colapso de las instalaciones de agua y desagüe.
Con todo, existe una variable que hasta hoy no entiendo por qué no es tomada en cuenta al disertarse sobre el tema: En nuestra ciudad capital el incremento del Parque Automotor – dos o tres vehículos por familia -, ha convertido el tráfico en un verdadero infierno, especialmente en las llamadas “horas punta” . Es , pues, indispensable vivir lo más cerca posible al propio centro de trabajo. Y esto no será factible si cerca a la zona no hay viviendas para comprar o alquilar. He aquí que dos realidades parecen darse la mano para una misma solución. Vender una casa a un precio razonable no tendrá pierde, especialmente si se pacta con el constructor uno o dos departamentos como parte de pago. La renta extra para el Hogar estará garantizada . Y el no tener que levantarse a las cinco de la madrugada para llegar puntuales al trabajo será un verdadero alivio para otras Familias ... y para la ciudad entera. Viéndolo desde esta perspectiva, el boom inmobiliario beneficia al Hogar y aligera el Parque Automotor.
Y si por añadidura, los parámetros urbanísticos y la zonificación no son obstáculo, ¿no sería prudente tomar en cuenta estas señales de aviso?:
“Estoy próximo a jubilarme .” “Mi esposa ha empezado a tener dolor en las rodillas cada vez que sube las escaleras. ¡Ojalá no sea la famosa osteoporosis!”. “ Mis hijos ya están grandes y se valen por sí mismos, pero a Juanito no le alcanza para su Maestría.” “He enviudado. Mis hijos ya tiene su Hogar ; mi hija se casa el próximo año y se irá con su marido al extranjero”. “A mis setenta años, trabajo en mi propio negocio y tengo una memoria de elefante, ¡pero me duele tanto la espalda cada vez que salgo a secar la terraza , que se empapa con la lluvia!” “Se ha roto la tubería de lo vieja que está. ¡Y yo , que ya había reservado el dinero para visitar a mi mami en Chiclayo!!! ”. “¡Los jóvenes de hoy son unos insolentes! ¿Cómo es posible que mi sobrina haya dicho que mi cocina parece la casa de Drácula???”
Vista la realidad propia de cada caso particular , más las oportunidades que hoy conlleva el boom inmobiliario, creo que cabe preguntarse: ¿Ha llegado el momento de vender nuestra casa?
Que Dios ayude a los jefes de Familia a tomar la mejor decisión para su Hogar.
Por regla general, una casa – o un departamento- es el patrimonio más valioso con que cuenta una familia promedio. En este artículo nos hemos concentrado específicamente en “las casas”, dado que el boom inmobiliario ha traído para éstas nuevas perspectivas de vivienda e inversión. Hablando sólo de Lima, donde ayer había predios unifamiliares hoy tenemos edificios modernos, con los servicios y comodidades antes impensables para los sectores B, C y D. Por supuesto que no todo es color de rosa e incluso se advierte sobre un irresponsable crecimiento urbano que podría llevarnos a una burbuja; peor todavía cuando constructores inescrupulosos- con la extraña anuencia municipal- , construyen tremendos edificios en calles muy estrechas, con grave riesgo del colapso de las instalaciones de agua y desagüe.
Con todo, existe una variable que hasta hoy no entiendo por qué no es tomada en cuenta al disertarse sobre el tema: En nuestra ciudad capital el incremento del Parque Automotor – dos o tres vehículos por familia -, ha convertido el tráfico en un verdadero infierno, especialmente en las llamadas “horas punta” . Es , pues, indispensable vivir lo más cerca posible al propio centro de trabajo. Y esto no será factible si cerca a la zona no hay viviendas para comprar o alquilar. He aquí que dos realidades parecen darse la mano para una misma solución. Vender una casa a un precio razonable no tendrá pierde, especialmente si se pacta con el constructor uno o dos departamentos como parte de pago. La renta extra para el Hogar estará garantizada . Y el no tener que levantarse a las cinco de la madrugada para llegar puntuales al trabajo será un verdadero alivio para otras Familias ... y para la ciudad entera. Viéndolo desde esta perspectiva, el boom inmobiliario beneficia al Hogar y aligera el Parque Automotor.
Y si por añadidura, los parámetros urbanísticos y la zonificación no son obstáculo, ¿no sería prudente tomar en cuenta estas señales de aviso?:
“Estoy próximo a jubilarme .” “Mi esposa ha empezado a tener dolor en las rodillas cada vez que sube las escaleras. ¡Ojalá no sea la famosa osteoporosis!”. “ Mis hijos ya están grandes y se valen por sí mismos, pero a Juanito no le alcanza para su Maestría.” “He enviudado. Mis hijos ya tiene su Hogar ; mi hija se casa el próximo año y se irá con su marido al extranjero”. “A mis setenta años, trabajo en mi propio negocio y tengo una memoria de elefante, ¡pero me duele tanto la espalda cada vez que salgo a secar la terraza , que se empapa con la lluvia!” “Se ha roto la tubería de lo vieja que está. ¡Y yo , que ya había reservado el dinero para visitar a mi mami en Chiclayo!!! ”. “¡Los jóvenes de hoy son unos insolentes! ¿Cómo es posible que mi sobrina haya dicho que mi cocina parece la casa de Drácula???”
Vista la realidad propia de cada caso particular , más las oportunidades que hoy conlleva el boom inmobiliario, creo que cabe preguntarse: ¿Ha llegado el momento de vender nuestra casa?
Que Dios ayude a los jefes de Familia a tomar la mejor decisión para su Hogar.
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